Una idiota enamorada
¿Te puedes enamorar de alguien que solo conoces a la distancia? Esa es le pregunta que me surgió mientras leía el primer libro del año: The idiot por Elif Batuman. Estoy convencida de que los libros te encuentran cuando necesitas leerlos, y este libro llegó a mí en el momento ideal.
No voy a spoilear la trama entera de la novela pero la historia gira alrededor de dos personajes Selin e Ivan que entablan una conversación por medio de correo electrónico, una conversación que se convierte en una amistad, ¿que se convierte en algo más? En resumen, se conocen por medio de sus palabras.
¿Es posible enamorarse de las palabras de alguien? Creo que sí. Entonces, repito: ¿Te puedes enamorar de alguien que solo conoces a la distancia? Sí, fui yo, un poco, de ÉL. Lo llamaremos el fantasma de las Navidades presentes (en breve te vas a enterar por qué). Teníamos una conexión que yo no había encontrado en nadie antes, nuestra conversación era infinita, era tan irreal que a veces dudaba de su existencia.
Por eso esta novela resonó tanto conmigo, porque parecía que la autora estaba escribiendo sobre mi tragedia más reciente. Los últimos meses del 2023 los pasé hablando por mensajes (y una que otra llamada) con una persona que no conocía: un alma libre difícil de resistir que se me apareció en Instagram un día de verano.
Y bueno, era una conversación tan interesante, tan diferente que HASTA ESCRIBÍAMOS JUNTOS. Cada quien le daba un tema al otro y teníamos la tarea de escribir algo a nuestro estilo para los siguientes días. Y claro que en la conversación hubo destellos de un cierto coqueteo pero yo sabía que era una relación platónica de dos personas perfectamente incompatibles. Y se sentía tan bien hablar con él que nunca intenté definir qué éramos, qué significaba yo para él.
Para no hacer la historia más larga de lo necesario (porque esto no es una novela), luego de varias semanas de escribirnos y escribir, por fin coincidimos y fuimos por un café. Un café pendiente que rompió el encanto. Porque días después de ese café desapareció. Ghostear en diciembre, muy festivo de su parte.
Y ahora aquí estoy, preguntándome si algo de lo que hablamos fue real, si él es real (por más que lo haya tenido frente a mí), si hubiera sido mejor no haber ido a ese café y seguir escondiéndonos detrás de una pantalla. Tal vez el problema fue que me enamoré de una idea. Del personaje que fue en esta historia fugaz. Sí funcionábamos en nuestra burbuja pero no en el mundo real.
¿Fui ingenua por encariñarme con alguien del quien todas y cada una de mis amistades me advirtieron que tuviera cuidado? Tal vez. ¿Volvería a hablar con él? Probablemente. ¿Voy a seguir escribiendo aunque él ya no escriba conmigo? Definitivamente.
Si algo aprendí de esta corta historia es a sentir mucho, sentirlo todo. Por eso aquí la idiota enamorada del amor soy yo, ¿y qué?